De como reír con vos, era tan natural.

lunes, enero 18

Butterfly fly away, now you can't stay

Bostezó el aire cerrado de su habitación mientras que unos rayos apenas perceptibles, se abrían paso entre las persianas rotas. Con los ojos entrecerrados, miró hacia la ventana y decidió levantarse. Cuando sintió papel en su brazo, y dándose vuelta en la cama, vió una nota perfumada con, ese característico perfume Black XL que sólo ella usaba, impregnado en él; con la caligrafía redondeada de ella. Ella, ella, ella.
Vaya bienvenida de vuelta.
Home Sweet Home.

Buenos Aires había amanecido calurosa y pesada, se sentía el olor a lluvía venir desde lejos, pero tan cercana que no era necesario consultar al noticiero. Luego de un rato en el cual permaneció sin hacer nada, luego de leer la nota que su novia había dejado, para aclarse la cabeza. Solía marearse si se paraba muy rápido,

Salió al balcón, y enredó su dedos con los de la reja, miró hacía la plaza de enfrente. Palomas de aquí para allá, gente durmiendo, ancianos caminando, y de la nada, una muchacha caminando con un carrito y un bebe, aparentemente dormido. "Extraño," pensó.
Decidió, antes de darse una ducha, bajar, a pensar en la plaza. Solía hacerlo muy a menudo.

Y al bajar, y caminar entre los vagabundos que dormían, veía entre los pocos árboles y lo que el gobierno consideraba "flores", a la muchacha que ahora sostenía un libro entre sus manos, y que con una pierna llevaba adelante y atrás, una y otra vez, al cochecito.

Quedó apoyado en el árbol, al ver que a Miel se le había aclarado el cabello; que todavía tenía esos cortos pelos en la nuca (lo que alguna vez había sido parte de una trenza de un verano); que sus anillos no estaban en los mismos dedos, que sus piernas seguían de ese color blanquecino con la excepción de las rodillas que constantemente estaban expuestas al sol por los partidos que ella jugaba cada sábado; que sus uñas tenían ese gracioso color rojo, que la hacían ver tan femenina y esas sandalias. ¿Cuántas veces las había pisado aquella fiesta? No sabía; Miel no había cambiado en nada.

Pero algo la hacía tan lejana, tan imposible ahora de llegar, que Agustín no supo si acercarse, alejarse o simplemente quedarse allí.
Pero ella, luego de cerrar su libro, se fijó en la hora y despertando al pequeño niño que tenía en frente, tomó el cochecito y se alejó, con su cabello castaño claro, con sus pelitos cortos en la nuca, con sus anillos alternados, con sus piernas blanquecinas, con sus uñas rojizas y con esas sandalias negras.

3 comentarios:

  1. Ai si ojalaa se me mejore todo lo qe pasa en mis mundos de amistades :)
    um besito ♥

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  2. Jajaja, ¡me ha encantado tu rima!
    Y el texto, como siempre :)
    Un beso GRANDE <33

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  3. que encanto lo que has escrito!

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Miel suele tachar la mayor parte de lo que escribe. ¡No hagas como ella y déjale un comentario por sus locas palabras! Ella promete no tachar las tuyas,