De como reír con vos, era tan natural.

sábado, julio 5

Rojo contra tu Azul. Cálido contra tu Frío.

Y despertar con el roce que rasga la piel, como el viento blanco de montañas no tan altas y lejanas. Despertar entre sábanas en tonos azulados, enredarse escapando de ese frío, ese frío blanco que viene con el viento, con las montañas, con tu distancia. Despertar entre sábanas que no son las mías, entre brazos que no deberían abrazarme, en fríos que no deberían entrar en mi habitación. Despertar sin abrir los ojos, y aún así, saberse en "casa", por sólo sentir la respiración ajena en la nuca, la barba que rasga, fría, como viento blanco invernal. Despertar cada mañana, siete días, un mes, con ojos ajenos clavados en los propios y el frío que viene con la sensación de una distancia tan corta, tan cerca, tan... Fría. Y blanca.
Despertar aún todo, roja. Despertar caliente por el recuerdo de cuerpos enlazados, de recorridas, de búsquedas implacables con las manos, de descubrimientos, de risas y enojos caprichosos. Despertar roja por la sangre que recorre las venas con casi tanta intensidad como lo hacían esas manos y su mismísimo recuerdo. Despertar roja caliente, sobreponiéndose al blanco frío de la respiración ajena, de los brazos indebidos, de querer enfrentar esos ojos ajenos y no encontrar el valor entre toda la sangre bombeada por el corazón, aquel que palpita incansable. Despertar pensando que todo mi rojo se combinaría con tu azul, que mis manos descubrirían el camino a tu corazón inalcanzable, creyendo sinceramente que las arrugas de mis manos se desvanecerían al continuar en contacto con tu piel, que mi calidez derrumbaría tu frío polar.
Y despertar, finalmente, juntando la voluntad para abrir los ojos, para dejar la luz entrar y chocar con la realidad. Dejar que el sol despierte en los ojos propios la realidad fría y blanca de una mañana invernal no tan de madrugada. Despertar la sangre que bombeaba relajada y en paz bajo el mundo desconocido de los sueños, aquellos que recorren cada célula de mi cuerpo, aquellos que no se derrumban porque pongas distancia. Mi corazón sigue bombeando rojo y calidez. Rojo contra tu azul. Cálido contra tu frío. Blanca y despierta, cada mañana, siete días, desde hace ya más de un mes. Pero roja, cálida y más que nada, despierta.

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