De como reír con vos, era tan natural.

lunes, enero 4

Un poquito

Ella se seguía refugiando en él como si fuera su hogar.

Se refugiaba en sus besos, en sus abrazos y en su voz. En sus caricias, en sus comentarios, en su cariño (o como él lo llamaba: Amor).
Cada vez que podían, se veían. Y cada vez que lo necesitaban, o nacían ganas inexplicables de hablar, lo hacían, ya fuera por internet, o por los mensajes telefónicos. Eso sí, no habían llamadas telefónicas, el escuchar la voz de ella a él lo intimidaba. Lo hacía callarse, como sus besos, que le aturdían el cerebro y no lo dejaban pensar y cada vez que ella se separaba, él se le quedaba mirando en un especie de trance, con sus ojitos marroncitos entrecerrados y la boca casi cerrada pero casi abierta también.

Miel no se daba cuenta de que poquito a poquito esos ojitos, y esa boca la estaban enamorando. Abriendo de a poquito su corazoncito, pero no tocando los puntos que ella había cocido y recocido, sino que rozándolos con suaves caricias, con cautela. De a poquito, lo dejaba a entrar. De a poquito, empezaba a olvidar.

Y porque era el poquito de felicidad, única en su vida en el momento. En su vida ya no existían amigas, ni amigos, sólo él.

Se seguía refugiando en él, porque no quería ver ni un poquito de los problemas que tenía afuera de lo que eran ellos dos.

4 comentarios:

  1. Me encanta tu blog,
    te sigo, ¿vale?
    ¡un beso!

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  2. Cuando bajás la guardia, el turrito mete la cola con tanto despotismo soleado. Uno no puede, la sonrisa negarle.

    Saluditos azules.

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  3. ChicaGuau graciias, ahora me paso por tu blog (:

    También es inevitable el bajar la guardia ja, son esas situaciones en las que nos ponemos impotentes. Graacias Xaj!

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  4. escribes muy bien, sigue en ello.

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Miel suele tachar la mayor parte de lo que escribe. ¡No hagas como ella y déjale un comentario por sus locas palabras! Ella promete no tachar las tuyas,