Incluso la radio se complotaba contra él. No había pasado ni una semana, por Dios. Y aún así no había podido dejar de pensar en ella. En su voz, que no había oído en tanto tiempo y que por un rato la había vuelto a sentir, esa mezcla de ironía con ritmo cantante; voz desdeñada y esquiva, y otra vez una negativa: No, no y más no. ¿O quizá era una semana ya? Y encima ahora la radio pasaba Mil Horas dibujándole los oídos con los ojos de ella, siempre borroneados entre sombras negras y a veces, plateadas, bordeadas por un delineador fino y oscuro y las pestañas arqueadas y dentro: ese color verdoso con pintitas marrones. Quería volver a verla, algo en ella siempre le había fascinado esa negatividad indecisa. Esa que quería que se tornara en afirmativa, una sola vez más al menos, y besarla y tenerla en sus brazos. Esos ojos y esos labios eran tan difíciles de olvidar, ni Valeria había logrado sacárselos de la cabeza y los ojos y los sueños. Agustín quería ver a Miel y volverse loco otra vez, loco loco loco por besar esos labios, loco por tomarla de la cintura, loco y enredar las manos con el cabello loco de ella. Y los locos ojos y los locos labios y todo todo todo por un llamado un sábado a las 4. 13 de la madrugada, por las desganadas y algo rencorosas respuestas, todo por la loca de Miel.
Y eso que ella tenía también su sombrero. Maldita ladrona.
se nota que se muere de ganas de volver a verla :)
ResponderEliminar¡Un beso!
Puede que ella también tenga las mismas ganas de verle, quizás por eso se ha quedado con su sombrero :D
ResponderEliminarlas vuletas y vuelas de la vida.
ResponderEliminarun saludo en la lejania.
Seguro que ella también espera volver a verlo.. :)
ResponderEliminar"Maldita ladrona" XD
ResponderEliminarI love it :)
Peor es cuando se quedan con tu remera favorita.
Y la usan de pijama ¬¬