Superman y Mary Jane

La pasó a buscar porque ella se lo pedía a gritos mudos por mensajes en el celular. Y se subió al auto apenas él tocó bocina, ya arriba él vió el flequillo que escondía los ojos peculiares de la muchacha y se sonrieron y hablaron de todo, y él fue lo más tierno y comprensivo que podía ser. Se besaron con Something en la radio, en susurros pidió él que ella escuchara Hard To Concentrate, mientras se robaban besos y sonreían y se quedaban minutos eternos en un beso esquimal. Sentir la respiración de él, suya, en sus labios, era perfecto. No quería irse de allí. O al bajar a la estación de servicio, que él la tomó de la mano y se intercalaban los dedos, y ella sonreía, inocente e infantil. Feliz. Con él era feliz, al fin. Y le compró kinder en barritas y volvieron al auto y él quería una y ella terminó por ceder. Lo tenía en el regazo, con los ojos cerrados y no pudo evitar acariciarlo y reírse. Un beso, superman y maryjane. Él se incorporó y le pidió otro beso. Se lo dió, gustosa y ella le pidió que fuera a su cumpleaños.

Y ¡pum! Se despertó.

Porque tenías razón, Serafín, que todo parecía un sueño, y por creer que había confianza suficiente, ¡pum!

Vuelta a la realidad de que sos libre y Miel, nada, nada a tu vida de rock,
cigarillos y bares para chicas morenas de ojos esmeralda.