De como reír con vos, era tan natural.

miércoles, marzo 2

El Lago

(http://www.youtube.com/watch?v=FRSH-egVyzk)

Era la época de los veranos inolvidables, de esos que te venden en las películas que te hacen llorar una y otra vez. Siempre tuve la teoría de que de algún lado los escritores y guionistas sacaban sus ideas, de experiencias propias, o quizá ajenas, pero en sí, de experiencias jamás más humanas.

Ese día en particular, el lago brillaba con una luz cegadora, y su quietud era apenas disturbada por alguna que otra brisa. Ella miraba atenta el lago, hasta que se sambulló, sin previo aviso. Alterando toda tranquilidad del muelle. Y él la miro desde la tierra. Tierra firme. Sonriendo a más no poder.

Cuando ella salió, él ya estaba allí, sentado en su lado del muelle. Algo así como el lado de quién en una cama matrimonial tenían aquellos dos. Ella siempre iría del lado izquierdo y él del derecho. “Que manera de discriminar al izquierdo que tenes,” le murmuraba ella antes de morderle la mejilla, y en fin, alterarlo. Como al lago, al muelle, y la quietud. Tengo otra teoría de eso, quien te enamora es quien logra alterarte hasta incluso el dedito chiquito del pie, quien logra moverte el piso de una forma desestabilizadora.

Ella lo miró, sonriendo y le mostró lo que había encontrado, una alianza. Nada menos que eso.

- ¿Quién podría arrojar algo como eso al lago? -le preguntó él, sorprendido.

Pero ella sólo levanto los hombros, en señal de ignorancia. Se la quedó mirando en su mano dorada por el sol, mientras las gotitas iluminadas caían de su mano. Él la miraba, el flequillo mojado, y los shorts de jean alguna vez claros, eran oscuros, oscuros como la profundidad. Del lago, de la alianza sin fin, y de los ojos de él. Quizá por eso estuvieran aquellos tan conectados con ese jean. Ella se percató de cómo la miraba, dejo la alianza entre el suéter, y despacio, casi sin perturbar nuevamente al lago tranquilo, se volvió a sumergir. Le sonrió, con una ceja levantada, invitándolo a entrar. Un solo decir que no estaba fría hubiera servido también como invitación, pero no, no era necesario.

Él se quito la remera, y no le importo para nada el lago, cayó junto a ella cubriéndola de más agua. Y la abrazo ahí, bajo el agua. Bajo el mayor secreto de verano que se podía ocultar.

Pero de esta historia no quise realizar ninguna teoría.

4 comentarios:

  1. Una historia muy particular, de las que sin duda inspiran a cualquiera.

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  2. Un amor intenso en donde la mirada dice mucho más que las palabras.

    Respondiendo tu pregunta: la dejo a tu juicio.

    Saludos ;)

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  3. gracias ensaladita rusa por comentar! te mando un besito gigante te comento pronto! ♥

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