De como reír con vos, era tan natural.

domingo, febrero 14

La Adicción de los Tiburoncitos



La adicción de los tiburoncitos es una anécdota de las más bizarras. Es una pequeña historia escrita por manos descalzas y billeteras no muy llenas. Es una recopilación de golosinas esquisitas e infinitas. A Miel los tiburoncitos la volvían loca, luego del Kinder Sorpresa, eran una de sus favoritas. Era tan rico para ella, que cada vez que iba al cine los buscaba entre los estantes y si no habían, la película no era la misma. Llego a incluso comprarlos cuando no iba a ver la pantalla grande, si. Era una adicción pero de las buenas. Los tiburoncitos le llenaban cada uno de los pedacitos de plastilina de su pequeña cajita (hecha de fragil porcelana) de emociones.

Pocos la conocieron, entre ellos su mejor amigo, goloso como él solo y Matthew. El último reía cada vez que la veía buscarlos y encontrarlos y que la cara se le iluminara de felicidad infantil. Estaba empezando a pensar en ella más de lo que ella pretendía que él hiciera. Pero no podía detenerlo y aunque le dijeran que no era su culpa, ella no se sentía bien.

El amor suele ser tan impredecible y decepcionante como predecible y capaz de derrivar tanques militares. El amor nunca se olvida, se aprende de él y con él se vuelve a errar nuevamente. Porque somos cabezas duras. Seguimos empeñados en conseguir ese amor verdadero, buscándolo en el mínimo recóndito lugar del mundo, y en la persona menos esperada, pero sólo deberíamos dejarnos encontrar. Que nadie busque, señores, que en la vida hay algo que se llama destino y coincidencias. Uno la escribe y camina, toma la derecha o la izquiera y de alguna forma la vida siempre tiene variables, pero si nos dejamos encontrar, esta en nosotros aceptar lo que se nos entrega del alma o no. Aceptar y esperar a que lo que venga sea mejor.

Como Miel que sube las escaleras mecánicas de dos en dos, y espera encontrarse con sus tiburoncitos ahí, esperándola para iluminarle el rostro con esa felicidad infantil.


pd: ¡Feliz San Valentin!

3 comentarios:

  1. Yo no creo en las coincidencias. Sólo en el destino, jaja.
    ¡Un beso enorme! :3

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  2. ME GUSTÓ ENCONTRARME ESTAS PALABRAS... GRACIAS POR COMPARTIRLAS... CON TIBURONCITOS DE COLORES...

    UN ABRAZO...

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  3. Dulce como la miel, como la Miel del Mte. Himeto que tanto le gustaba a Ovidio tu texto de macarrones y cajitas secretas y nacaradas.

    pd: Una errata pequeñita, exquisitas.

    Un saludo y un canto de ballena. =)

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Miel suele tachar la mayor parte de lo que escribe. ¡No hagas como ella y déjale un comentario por sus locas palabras! Ella promete no tachar las tuyas,